El vino tiene el poder del recuerdo, así lo afirma Mauricio Weisenthal en su "Manual del vino en la Gastronomía". Los aromas a vainilla, a cuero o a madera, el sabor a la regaliz o a las frutas ácidas, son algunas de las caracteristicas que podemos "recordar" cuando disfrutamos del vino.
En nuestra cocina diaria hacemos maridajes constantemente, con productos en principio dispares; el pan con el tomate, la trucha con el jamón y los huevos con las gambas son algunos ejemplos, todos ellos excelentes, aunque el más conocido es el del refranero: "uvas con queso saben a beso"
Algunos pensamos que la verdadera pasión por el vino tiene que ver con su maridaje gastronómico; tanto en la mesa, con los platos que degustamos, como en la cocina cuando estamos preparando un guiso con algún vino o incluso brandy.
En algunas ocasiones hay que invertir los términos. En lugar de preparar un plato y probar un vino, lo divertido es seleccionar los vinos que tomarás y luego decidir qué guisos lo acompañarán. Probadlo, resulta divertido, muy estimulante, y por supuesto tardarás mucho más tiempo en hacer la selección.
Existen algunas interesantes uniones como por ejemplo el arroz negro con un rosado fresco de garnacha, al igual que el atún con tomate o platos con salsa bechamel. El cerdo tiene buenas amistades con los vinos con cierta acidez, ya sean blancos o tintos. Cada cual tendrá sus gustos por el dulce, ácido o seco, pero para todos ellos hay que buscar su ideal compañero.
También hay que tener en cuenta la textura de ciertos alimentos, por ejemplo las almendras o avellanas que pueden acompañar un guiso. Ciertos condimentos, el limón, exigen acidez al vino. Los platos salados pueden ser acompañados con vinos dulzones. Y los platos dulces acompañan bien a los vinos dulces. Los quesos son excelentes con el vino tinto (joven para mí) pero resultan mejores con blancos. Los patés de carnes pueden acompañarse con tintos jóvenes y carnosos.
La selección es casi infinita.
Un saludo.
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